Inaugurar una conferencia sobre una historia científica del alcohol, o del escabio, con un vaso de agua en la mano, es grave.
Digo que es grave y no por no poder escabiar ahora, sino porque, como dice la contratapa de este libro, meterse en el tema supone un recorrido que tiene tanto de visita al paraíso como de descenso a los infiernos.
Intentaré hoy, si me permiten con un pucho mediante, hacer una aproximación a este tratado de alcohología que me llevó dos años de investigación, experimentación y escritura.
Espero acordarme de todo.
Y pregunten lo que quieran, que si no lo sabemos lo investigamos.
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